miércoles, enero 04, 2017

RENOVACIONES

Igual es un asunto de mala memoria.
            Tal vez le conoció en otro tiempo y lugar y, tal vez, en aquel entonces fue importante para ella, tanto que, sólo tal vez, pensó en cambiar por él; entregarle todo lo que ella era y transformarse en lo que él quería.
            Sólo tal vez...

Igual es un asunto de mala educación.
            Sabe que en otro tiempo fueron unidos, tanto que compartieron lecho, días y mañanas... Pero había algo que no acababa de gustarle; tal vez era un asunto de cómo ella convivía alegremente con el resto de las personas, sin darle a él su lugar y respeto, como si fiera una persona independiente a la pareja que eran.
            Tal vez era el asunto en cómo ella se vestía, a su gusto, a veces mostrando un poco demasiado de lo que él consideraba sólo para su intimidad propia... Tal vez eran tantas cosas.
            Y tal vez por eso, en aquel entonces, la fue apartando poco a poco de sus amistades y conviviendo sólo con quienes sólo eran amigos de él. Y fue cambiándole sus ropas y gustos... Transformándola en una imagen cada vez más parecida a la que le habían inculcado.
            Pero, se extrañaba, de alguna manera eso fue enfriando la sonrisa de ella...

Es un asunto de mala memoria.
            Sí; está convencida de eso. Mira el rostro del hombre cuando por azar se cruza con él durante la fiesta y, cada vez, se convence de que los rasgos le son medianamente familiares... Como un mal sueño que se desvanece al amanecer.
            Le mira de reojo, aparta la sensación con un gesto de la mano y sigue platicando, riendo, bailando... Sin que la presencia de él, ni lo que fue o pudo haber sido importe.
            Sí; es un asunto de afortunada mala memoria.

Fue un asunto de tiempo.
            Poco a poco, ella se fue borrando, adoptando las formas, vestidos y modales que él consideraba educados y adecuados... Hasta que un día, cuando todo parecía perfecto, simplemente se marchó.
            No hubo lágrimas, no hubo gritos, ni siquiera reproches directos o velados; sólo se marchó... La buscó, claro que la buscó y cada que la encontraba veía que algo iba cambiando; como si su largo trabajo fuera borrándose.
            Se sorprendió al encontrarla en la fiesta y ahora no puede apartar la mirada; su risa cálida ha regresado y se mueve ahora con más soltura y alegría...
            Es casi como ver a una extraña.

La fiesta termina.
            Cada uno toma sus caminos respectivos, algunos para continuar la reunión en forma más discreta o hacia otras compañías. Ella encamina a su casa.
            Se despoja de las ropas y ocupa su cama solitaria... Y ahí, a oscura, se permite una sonrisa en honor la mujer que es y en memoria de la sombra que fue y nunca más será.

Mario Stalin Rodríguez

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