jueves, marzo 29, 2012

SENTIDO

la religión y los mercaderes

La idea de dios (cualquier dios) es infantil, parte del presupuesto de un poder superior que controla nuestras vidas y los fenómenos naturales, un cierto egocentrismo que presupone a la creación toda supeditada a los designios de una entidad superior para con la humanidad.
Entendida así, la idea de dios (cualquier dios) es ridícula. No así el ejercicio de la religión.
La religión no es la fe, es la normalización de la fe; supeditar la idea de dios a la ritualización de la vida y, sobre todo, a una jerarquización terrena. Presuponer la existencia de una casta divina con contacto directo con la divinidad y que son, por tanto, los únicos facultados para dictar la forma en que los demás deben vivir su vida.
En esta lógica, más que a la idea de dios; la religión es inherente al poder.
Para todo ello, no se dude, la religión católica es buen botón paradigmático.

No se trata aquí de retomar los agravios históricos con los que la iglesia de Roma flageló a la humanidad durante, por ejemplo, la edad media o los inicios del capitalismo (el mercantilismo imperante en la era de las colonizaciones).
Se trata más bien de entender el cómo y por qué, el Vaticano pretende seguir ejerciendo en nuestros días una influencia cercana a las de estos periodos históricos y de las razones subyacentes, atrás de quienes se escudan en la figura de la iglesia y sus dictados.
Que la jerarquía católica ha sido y es aliada del poder más reaccionario y tiránico no es ninguna novedad. Sin retroceder demasiado, baste recordar el estrecho contacto que el papado de Juan Pablo II tuvo con diversos dictadores a lo largo del orbe, con el pretexto de “combatir al comunismo ateo”.
El papel que la figura del polaco jugó en el fin de la guerra fría es, en el mejor de los casos, oscuro y, en el peor de ellos, asesino.
Ratzinger ha continuado con el legado de Wojtyla, aderesándolo con un conservadurismo aún más flagrante.
Finalmente, la historia del alemán es, cuando menos, coherente en su único sentido. Desde sus juventudes hitlerianas hasta la criminal oposición papal al uso del condón (reafirmada, además, en el África azotada por el SIDA), pasando por su larga estancia dirigiendo la Congregación para la Doctrina de la Fe y sus múltiples contactos con lo más retrógrada de la derecha internacional.
Los viajes internacionales de este papa, parecen más encaminados a fortalecer administraciones de claro corte neoliberal (sean la anterior Alcaldía de Madrid y la actual administración federal de México ejemplos de ello), que a difundir las doctrinas de su iglesia.
Mercader de la muerte, aprovecha sus foros para defender, además, políticas en contrasentido de los pequeños avances sociales, como el reconocimiento del derecho femenino al libre albedrio sobre su cuerpo (aborto legal).
Este es el contexto en el que, recientemente, se da la visita de Ratzinger a tierras mexicanas.

Mario Stalin Rodríguez

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