EN CASA PARA LAS FIESTAS
Lejos. Las distancias que le separan de los diarios edificios son de aquellas que no se miden en kilómetros, aquellas que no sólo se miden en kilómetros. Lejos. Camina sus soledades en las noches extranjeras y en las estrellas de otros cielos entretiene sus ausencias. Lejos. En las playas otro tiempo hermosas, busca su reflejo en un mar extraño.
Entonces ella, inesperada y extraña, con ese acento de las planicies eternas del sur, de la costa de un río que es frontera entre dos ciudades. Entonces ella, que sonríe y ríe de sus malos chistes, de los juegos de palabras y significados entre dos variantes de la misma lengua... Entonces ella, inesperada y extraña; efímera.
Tal vez es en buena medida la fecha de caducidad. Es ella, es él; son ellos compañía a plazo fijo. Dos semanas escasas que inician en la noche de una ciudad que aún muestra las huellas de una tragedia evitable con la precaución y declarada condena para más pequeños por la inacción del poderoso.
También es un poco la imposición calendaria. El cansado mensaje de que estos tiempos y fechas la compañía es deseable y deseada. De que es la familia, la comunidad y otras fórmulas gastadas los esperado de estas fechas.
Tal vez, más probablemente, el mutuo deseo y la soledad compartida; nada hay mejor que la soledad para encontrar compañía, aunque sea, como en este caso, compañía efímera.
Así, en la noche en las que quienes les son cercanos están lejos; cuando las familias, las comunidades y otras fórmulas gastadas se reúnen en torno a la mesa o el fuego acogedor; ella y él, ellos hacen de estas sábanas extranjeras su hogar efímero y de su compañía y los sudores compartidos, la única festividad posible.
P.D. que presume
Pues nada, que ya ha quedado:
y algo del
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